El ejercicio de asesinar

Una reflexión sobre las ejecuciones de líderes sociales en Colombia

El asesinato el líder social Temístocles Machado el 27 de enero de 2018 en la ciudad de Buenaventura causó inusitada indignación en Colombia, donde la normalización de asesinatos de líderes sociales es la regla –a dos años de la firma del acuerdo con las FARC se presentaron 261 asesinatos– y donde tales sucesos caen rápidamente en el olvido. «Don Temis», como le decían sus vecinos, era mi tío en segundo grado.

por Cristian Rivera Machado

Pese a los avances del proceso de paz entre el Gobierno colombiano y la exguerrilla de las FARC (hoy partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común), en términos de disminución de heridos, muertos en combates, daños a la infraestructura, aumento de seguridad en las zonas aisladas, turismo, inversión, recuperación de la confianza, entre otros, es evidente que algunas acciones contra sus excombatientes están ocurriendo.

 

Asimismo, otras cifras han empeorado desde la firma del acuerdo de paz, sobre todo para los líderes sociales defensores de derechos humanos y del medio ambiente. La situación es tan preocupante que solo entre el 1 de enero de 2016 y el 5 de mayo de 2017 se reportaron 156 homicidios y 33 atentados, según la Defensoría del Pueblo. Esta entidad revela que el incremento en el número de homicidios en los recientes años obedece, entre otros, al desmonte de las estructuras armadas de las FARC en los territorio y a la expansión de grupos como el ELN y los antiguos bloques paramilitares en las zonas antes controladas por las FARC.

 

Las balas son más rápidas que las palabras

 

Durante la redacción de este artículo, el nombre del último líder social asesinado ha tenido que ser alterado tres veces; la frecuencia de los asesinatos es mayor a la velocidad de la redacción misma. El último líder social asesinado antes del 9 de mayo de 2018 fue Luis Alberto Torres, miembro de la Asociación de Pequeños Mineros y Pesqueros de Puerto Valdivia, conocida como AMPA, y que de la mano del Movimiento Ríos Vivos había ejercido un activismo significativo sobre el proyecto hidroeléctrico Hidroituango (el mayor proyecto de generación de energía hidroeléctrica en Colombia).

 

Existen recientes esfuerzos para abordar esta problemática. El denominado «Acuerdo de Escazú», firmado en Costa Rica por todos los países miembros latinoamericanos, se basa en el Principio 10 de la declaración de Río de 2012, en la que se reafirma el compromiso con los derechos de acceso a la información, participación y justicia en asuntos ambientales. El artículo 9 del acuerdo señala que «cada parte tomará las medidas adecuadas y efectivas para reconocer, proteger y promover todos los derechos de los defensores de los derechos humanos en asuntos ambientales, incluidos su derecho a la vida, integridad personal, libertad de opinión y expresión, derecho de reunión y asociación pacíficas y derecho a circular libremente (...)».

 

En Colombia, por su parte, recientemente se expidió el Decreto 660 de 2018, que tiene por objeto reglamentar el Programa Integral de Seguridad y Protección para las Comunidades y Organizaciones en los Territorios, definir y adoptar medidas de protección integral para los líderes, lideresas, dirigentes, representantes y activistas de organizaciones sociales, populares, étnicas, de mujeres, de género, ambientales, comunales, de los sectores LGBTI y defensoras de derechos humanos en los territorios.

 

Muy temprano para cuantificar el impacto de las medidas

 

Sin duda, algunos esfuerzos se están realizando ante las cifras alarmantes y la situación que se ha salido de control en la región. Sin embargo, es muy pronto para analizar la efectividad de los esfuerzos realizados para que pueda existir paz, perdón y reconciliación. Es absolutamente necesario que no haya impunidad sobre estos actos y se investigue de manera amplia sobre los actores intelectuales y materiales de los mismos.

 

Uno de los puntos más preocupantes es la indiferencia con la que ciudadanos del común abordan el tema. En centros urbanos la postura general es que dicha problemática no les incunbe; ese pensamiento es quizás el triunfo de quienes sistemáticamente diseñan y perpetran tales actos de barbarie. Si no encontramos un punto de solidaridad con nuestros defensores de derechos humanos y ambientales, estaríamos fallando como jóvenes, como sociedad y como humanidad.

 

Punto de inflexión

 

Desafortunadamente, solo me decidí a hacer algo en concreto cuando el pasado 27 de enero de 2018 dos sicarios acabaron con la vida de mi tío en segundo grado, el líder social de Buenaventura Temístocles Machado. «Don Temis», como le decían sus vecinos, era un líder comunitario que venía desempeñando actividades como presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio Isla de la Paz. Nació en Bagadó, en el departamento del Chocó, y a muy corta edad su familia se desplazó a Buenaventura. Su padre, don Juan Evangelista Machado, fue un reconocido líder comunitario de la comuna 6.

 

La problemática se incrementó a raíz de la construcción de la vía interna alterna como entrada al puerto de Buenaventura, debido a que el Instituto Nacional de Vías ofrecía precios irrisorios por los terrenos de las personas para su construcción. Al cabo de la obra, personas ajenas a la comunidad se vieron interesadas en las tierras para el desarrollo de proyectos de expansión del puerto y sus actividades conexas. ¡Y justo ahí empezaron los mayores actos de violencia! las desapariciones y las amenazas en contra de aquellos que se oponían a la venta de las tierras. Al ser presidente de la JAC, «Don Temis» se convirtió en un líder visible de esa defensa, recopilando información y emprendiendo una batalla administrativa a fin de garantizar el territorio de la comunidad.

 

Sus últimas actuaciones se vieron enmarcadas en el liderazgo del comité del paro cívico de Buenaventura el pasado mayo de 2017. Diferentes peticiones fueron elevadas al Gobierno y se conjugaron en un bloqueo pacífico a la carretera que transporta las mercancías desde y hacia el puerto de Buenaventura y que duró más de 20 días en solucionarse.

 

Uno de los mayores aportes de «Don Temis» a la comunidad fue el archivo que donó a la Dirección de Archivo del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). La donación, que fue ordenada y digitalizada, fue el resultado de incansables luchas territoriales consignadas en 94 carpetas y 90.000 folios.

 

En un momento de tristeza y rabia decidí escribir la siguiente carta a los asesinos de «Don Temis», y en sí, como un llamado a la cordura, a todos los asesinos de líderes sociales.

 

Temístocles Machado: «El territorio es arraigo, no dinero» 

 

Carta abierta a un sicario

 

Muchas veces he soñado con usted. Usted es la pesadilla de cientos de colombianos en las noches, la razón por la cual comunidades se ven obligadas a desplazarse de sus hogares, el miedo de los niños cuando juegan en los parques y en las calles, la razón por la cual muchos compatriotas dudan en regresar a nuestro país, lo que lo pone a pensar a las parejas sobre traer hijos a este mundo habitado por usted y sus colegas.

 

Nunca pensé en escribirle. Sin embargo, tengo la necesidad de decirle que ya es suficiente de su accionar en Colombia y el mundo. Nos hemos cansado de sus asesinatos que acallan a los que hablan por las comunidades, a los que dicen lo que piensan, a los que anhelan un país mejor, a nuestros miles de líderes sociales que han muerto defendiendo nuestros territorios, nuestro medio ambiente y nuestras comunidades.

 

Hace más de tres meses, usted asesinó a Temístocles Machado, «Don Temis», gran líder de Buenaventura que luchó toda una vida por los derechos de los habitantes de la comuna seis, del mal llamado barrio «Isla de la Paz». Supongo que había estudiado y seguido sus movimientos y hasta tal vez ya tenía una fecha para asesinarlo. Llegado el día del siniestro, lo esperó en el parqueadero donde «Don Temis» se ganaba la vida honestamente y cobardemente acabó con él, sin compasión, sin siquiera pensar en porqué tenía que matarlo, simplemente obedeciendo órdenes sin chistar, como un perro entrenado para dar la mano o para sentarse.

 

He pensado mucho en su trabajo, en cómo es el día a día de un sicario. ¿Tiene usted familia y con «el sudor» de su frente les compra el sustento? ¿Qué le enseña a sus hijos?, ¿algo así como: «Mijo, para matar a un líder social se necesita dispararle cuando esté indefenso, solo, con dos disparos en el pecho y uno en la cabeza»? ¿Llega usted en la noche a dormir con su mujer y le dice: «Hoy me fue muy bien en el trabajo»? ¿Cómo cobra? ¿Pide un anticipo y luego el resto después del dictamen de medicina legal? ¿Tiene seguridad social y plan de pensiones? ¿Su jefe le pone metas y objetivos? ¿Vacaciones colectivas?

 

Seguramente usted es una víctima más. Tal vez fue abusado cuando era pequeño, discriminado, marginado, rechazado. Seguramente creció en un hogar disfuncional o simplemente no tuvo muchas oportunidades. Lo siento si fue así. Sin embargo, por ningún motivo pienso justificar sus crímenes y atrocidades, pues existen muchas personas en el mundo que han pasado por situaciones similares y no han tomado el camino de la sangre y la muerte.

 

Seguramente si lee esta carta, se preguntará ¿y este porque me escribe a mi? Una amiga me dijo: «No pierdas el tiempo que esa gente tiene podrida el alma». ¿Será que está en lo cierto? ¿Algo de humanidad queda dentro de usted?

 

Quizás debería escribirle a sus jefes que pueden ser paramilitares, empresarios, guerrilleros, políticos, miembros oscuros del Estado, o una mezcla de ellos. ¿Pero sabe? ellos ya tienen mucha atención, todos los días los medios de comunicación les regalan páginas y minutos. Pero en cambio usted es invisible, nadie lo quiere, nadie lo extraña, nadie sabe de usted, solo es importante a la hora de hacer el trabajo sucio, a la hora de matar. Eso debe ser triste.

 

Tengo todavía muchas preguntas: ¿cuánto dinero gana?, ¿cuánto cobra por asesinar a alguien? Apuesto a que no gana mucho, no tiene casa ni quizás familia, seguro vive en un cuarto oscuro y húmedo y ni los perros se le acercan.

 

En cambio, las personas a quienes mata son seres humanos que probablemente tampoco tienen mucho dinero. Es más, pueden ser sus vecinos, un tío o un amigo. Son en general personas humildes de comunidades marginadas que defienden a sus vecinos y familias en contra de proyectos públicos o privados que vulneran nuestros derechos, contaminan nuestro medio ambiente o usurpan nuestras tierras. En otras palabras, fácilmente pueden estar peleando por sus derechos y los de su familia.

 

Por otro lado, creo que debe informarle a sus dirigentes (si es que no se han dado cuenta), que la estrategia de matar a los líderes no está funcionando. Pese a que en estos últimos años usted ha tenido bastante trabajo, los líderes no paran y no van a detener su lucha. La estrategia del miedo ya no funciona como antes, las comunidades se empoderan más, se reinventan en medio del dolor por la pérdida de sus líderes y siguen adelante con sus ideas firmes y contundentes. La estrategia no está funcionando, están matando líderes para crear mártires.

 

Creo que en el contexto del posconfilcto usted tiene cabida. Todavía está a tiempo de salir de ese cuarto oscuro y de las noches con pesadillas en donde todavía siente el olor a pólvora y a sangre del día laboral; todavía tiene algo de chance de entregarse, hablar sobre sus jefes y pagar sus crímenes. Quizás así encontrará algo de redención, algo de paz, algo de porvenir para sus años venideros o para la otra vida. De pronto así podrá ver la vida de una manera diferente, podrá disfrutar de un atardecer, comer un helado y hasta tener una familia. Podría ayudarnos a construir un mundo mejor.

 

Sin embargo, si insiste y siente que tiene ganas de matar y de acabar con alguna vida, intente hacerlo con la suya y de golpe así se acaba el sufrimiento.

 

Cristian Rivera Machado es bogotano con raíces en el pacífico colombiano. Ingeniero ambiental, especialista en manejo de residuos y energías renovables. Fundador y director ejecutivo de la ONG Lumbilá, que desarrolla proyectos en sostenibilidad ambiental con enfoque social. 

«Para la gente Wayúu, nosotros estamos pagando con nuestras vidas.

Estamos pagando con nuestra cultura. Estamos pagando con la amenaza de ser eliminados… Simplemente porque defendemos este pequeño pedazo de tierra que solía darnos de comer».

 

Jakeline Romero

 

Durante la redacción de este artículo, el nombre del último líder social asesinado ha tenido que ser alterado tres veces; la frecuencia de los asesinatos es mayor a la velocidad de la redacción misma. 

La estrategia del miedo ya no funciona como antes, las comunidades se empoderan más, se reinventan en medio del dolor por la pérdida de sus líderes y siguen adelante con sus ideas firmes y contundentes. La estrategia no está funcionando, están matando líderes para crear mártires.