Uruguay. Estado de Incertidumbre

por Alvaro Silvera

Difícilmente alguien -técnicos, analistas, gobernantes, políticos- pueda confiar en una proyección sobre la situación uruguaya, digamos, de aquí a fin de año. Es como cuando la bombilla genera un hilo de luz que momentáneamente crece y al instante casi se pierde. ¿Cuándo volverá la luz?

Por el mes de mayo las paradas de ómnibus en las calles montevideanas lucían a todo color cartelería con un par de apetitosas manzanas que anunciaban que ‘dos es mejor que uno’ a cuenta de la fusión del Banco Caja Obrera y el Banco Montevideo. Páginas y páginas de diarios y múltiples spots televisivos también lanzaban la buena nueva de la fusión.

 

Desmoronamiento criollo

 

Hasta que al ser abierta la manzana, se comprobó la triangulación que, en muchos casos sin autorización de los cuenta habientes, se hacía desde el Banco Montevideo al Trade Comerce Bank – propiedad del grupo Velox con sedes en Argentina, Uruguay y Paraguay- instalado en Islas Caimanes. Evidentemente, fruta podrida.

 

Con los antecedentes de lo que sucedía en Argentina y las denuncias judiciales promovidas por ahorristas de aquel país con fondos atrapados en fiduciarias en suelo oriental, poca hubiese sido la novedad de este desaguisado.

 

Al dato de que los fondos transferidos de esta forma tan poco ortodoxa, al momento de tomar estado público rondaban los 500 millones de dólares:, se sumaba además que entre los accionistas del Montevideo se hallaba el grupo Peirano.

 

Esta familia, patricia si las hay, según una carta pública de una de sus integrantes que ha circulado por estos días, está instalada en el país desde el último cuarto del siglo XIX.

 

Como tal –patricia- ha estado permanentemente integrada al establishment político y económico del país, ocupando sus integrantes cargos públicos de diferente jerarquía y conformando de manera paralela uno de los grupos económicos más poderosos, con intereses en múltiples ramas de la economía nacional.

 

La evidencia pública de estas transacciones millonarias no autorizadas fue un duro golpe para el sistema financiero nacional que pretendía no verse reflejado en el caos argentino, pero que ahora tenía sus primeros actores locales, procesados por la justicia.

 

En medio de toda esta crisis el contador Alberto Bensión, Ministro de Economía y portaestandarte de la política de Jorge Batlle, renuncia el 23 de julio. Colofón de la evaluación negativa sobre su gestión denunciada en la interpelación parlamentaria llevada a cabo diez días antes, que hasta los mismísimos integrantes del Partido Nacional -socios en la coalición de gobiernoacompañaron.

 

Desempleo

año 2000:

Enero/marzo: 12 %

Ag./nov.: 14,6 %

año 2002:

Marzo/may.: 15,6 %

Setiembre: 16,7 %

año 2001:

Feb./abr.: 15 %

Abr./junio: 16 %

Jul./set.: 15,4 %

Oct./dic.: 14,9%

 

La renuncia del Ministro en sí, era una señal muy fuerte de que el temporal ya estaba instalado, y con un pie en el avión, en medio de las negociaciones internacionales por dinero, el apoyo político era sumamente débil. El presidente Batlle, públicamente y entre dientes reconocía la situación.

 

La mañana del 30 de julio confirmó el presagio que el inconsciente colectivo repelía del escenario uruguayo: se decretó el feriado bancario. En un primer momento fue sin fecha de reapertura para las entidades financieras de todo el sistema.

 

Casi a fines de mes, con la expectativa de la gente para recibir su salario mensual, se hizo carne el peso del sistema financiero, aunque uno nunca haya entrado a depositar en un banco. Se quitó de funcionamiento la red de cajeros automáticos y de ahí en más múltiples fueron los conflictos para cobrar y pagar.

 

Contrareloj se gestionaba ante el Fondo Monetario Internacional el apoyo financiero necesario para salvar a los bancos, que a esta altura se le sumaban a la suspensión del Montevideo y su socio Caja Obrera, el Banco Comercial y el de Crédito.

 

El apuro del momento tornó que las gestiones de salvataje fueran vertiginosas, con presidentes de bancos, ministros, economistas y delegados políticos permanentemente en vuelo entre EE.UU. y Uruguay.

 

Del día a día de una negociación tan intensa comenzaron a filtrarse a la opinión pública las intenciones de los prestamistas para facilitar la ayuda necesaria. Así, la nueva Carta Intención acordada con el FMI impondría las nuevas características de la reformulación del sistema financiero uruguayo, atando por aquí y por allá el futuro de la sociedad entera. Entre una de las condiciones que afecta uno de los valores más caros a la identidad nacional, se maneja la desestructuración del Banco Hipotecario del Uruguay (BHU), banco fomento para la construcción de vivienda, que ha posibilitado a través de préstamos individuales, o mediante diferentes modalidades de agrupación cooperativa el acceso a la vivienda a miles de uruguayos.

 

El feriado bancario se resolvía, negociando en el país y en el exterior, de día y de noche, 5 días después de haber sido instalado habilitando retiros topeados desde los cajeros automáticos, imponiendo una reprogramación reprogramación en los ahorros a plazo fijo en dólares depositados en los Bancos República e Hipotecario - ambos estatales- como mensaje de fortalecimiento del sistema financiero, para parar el drenaje de retiros. Ergo: el corralito propio se hacía realidad.

 

Meses inolvidables

 

Meses intensos para la República Oriental del Uruguay que marcaba el fin del sistema de flotación de la moneda nacional respecto al dólar. Otra de las banderas del discurso económico gubernamental que a comienzos de año anunció la vigencia de una misma pauta devaluatoria para todo el año, y que a los primeros traspiés de la crisis argentina en el sistema financiero nacional y antes de lo anunciado, se vio necesitado de confirmar las intenciones económicas del gobierno, que ya no podría cumplir.

 

La implosión de la banca pudo más que nada. Ni el ajuste fiscal de mitad de año promoviendo recortes en los gastos del Estado impidió la devaluación y con ello el aumento del costo de vida.

 

Durante toda la jornada trabajaban las maquinitas marcadoras de precios en los supermercados, llegando en muchos casos a aumentar entre 60 y 100 por ciento el valor de los productos de la canasta básica familiar.

 

El devenir de las últimas semanas ha generado en la sociedad uruguaya un círculo más de participación. Al dispararse los precios al consumo, y mientras el gobierno -a pesar de haber prometido tomar cartas en el asunto no lo ha hecho, la organización civil, las amas de casa y los institutos de defensa del consumidor, se han integrado fuertemente en el discurso cotidiano con el seguimiento de precios, consejos y denuncias en aquellos casos en que se constatan abusos.

 

La devaluación ha significado que se vuelva insostenible el pago de las deudas en dólares, en un país en que la vivienda, el transporte, los electrodomésticos, etc., se manejan en esa moneda. También este sector, que reúne por lo menos lo que queda de clase media, se ha visto necesitado de poner en común la situación incontrolable en la que ha quedado atrapado, negociando permanentemente con las entidades acreedoras el anclaje del valor de la moneda norteamericana al día previo de la crisis o en su defecto la pesificación de las deudas.

 

Además de la reprogramación de las cuentas en dólares a plazo fijo en los bancos estatales que serán devueltos, según establecerá el gobierno, a una tasa superior a la del mercado, la ley de fortalecimiento del sistema financiero implica la solidez de los cuatro Bancos intervenidos.

 

En ese sentido los propios ahorristas de Bancos que tienen fuerte incidencia en la gestión de transacciones comerciales referidas a la producción interna y la exportación, se han nucleado permanentemente en asambleas ofreciendo a las autoridades económicas determinado porcentaje de sus ahorros para capitalizar los Bancos en crisis, evitando quiebras y a su vez pasando a ser accionistas.

 

El propio sindicato bancario –y esto habría que contextualizarlo en la gran incidencia del mismo a nivel gremial, y a su vez en el razonamiento y análisis que mantiene el propio PIT-CNT respecto al gobierno- se ha visto directamente tocado por la crisis del sistema financiero.

 

De definirse el cierre de los Bancos intervenidos, no menos de 4.000 bancarios perderían sus puestos de trabajo, lo que a su vez influye en el peso que los mismos significan como aporte a la Caja Bancaria de ahorros personales.

 

Lejos de plantar bandera y colgar pancarta como en crisis acotadas de años anteriores, la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay, se ha integrado a la palestra asesorando a los grupos de ahorristas en cuanto a su visión de la crisis, e incluso proponiendo la creación de un Banco Nacional que fusione las entidades intervenidas.

 

Iniciado el mes de setiembre las señas del paisito no son nada alagüeñas: continúa el descenso en la recaudación, el desempleo marca una cifra histórica, la emigración es cosa cotidiana, el surgimiento de merenderos y ollas populares para alimentar miles de hambrientos trae a la memoria épocas aciagas.

 

Los voceros oficiales insisten en que el dólar se ubicará en el entorno de los 30 pesos a fin de año, mientras transcurrida la primera semana del mes nueve se cotiza ya a $ 32,50 en las pizarras.

 

La dialéctica de gobierno –convivencia de bloques partidarios y sectores dentro de esos bloques, con internas diferentes y particulares, de cara, aunque parezca mentira, a las elecciones del 2004- no alimentan en el colectivo esperanzas, sino más bien incertidumbre. ¡Pobre Uruguay!