“O hace fútbol o hace rock”

Eduardo Berti sobre la musicalidad de lo que escribe

von Robert Zängerle

Aquí tengo el penúltimo número de Matices. Así que esta edición tuvo como tema especial el fútbol, entonces mi primera pregunta debe ser si le gusta el fútbol?

Claro, creo que a la mayoría de los argentinos les gusta mucho el fútbol, y en mi caso también. Justamente comentaba a un escritor alemán que el fútbol en Argentina es casi como una llave que abre la puerta para cualquier diálogo con cualquiera persona, no importa la edad, la ideología... Creo cuando a los intelectuales no les gustaba el fútbol, eso fue más en la edad de los cuarenta, ya no! Ahora gusta a todos y con pasión.

 

Como especialista y aficionado de rock (y de fútbol) argentino, seguramente conoce la canción Maradona de Andrés Calamaro?

 

Ay, la he escuchado una sola vez... Ocurre que mi pasión por el rock fue muy fuerte hasta los treinta años y a partir de ahí me empezaba a interesar el tango. Nunca lo ví como algo contradictorio. Siempre me gustó el rock argentino, es decir el rock que es original y que no es simplemente una traducción como una película de John Wayne doblada al español, sino que hay algo distinto, que tenía algún grano del tango. Cuando iba aprendiendo más sobre el tango me daba cuenta que la relación era muy fuerte. Hubo un momento a los treinta - pero creo que tuvo que ver no solo conmigo sino tambien con lo que estaba ocurriendo en el rock argentino - que en vez de seguir tan atento a las actualidades dije: ‘Voy a investigar el pasado’. Y, sin ser un especialista de tango, hize documentales y guiones para documentales de televisión sobre la historia del tango etc. durante cuatro años...

 

Así que con el rock argentino de los últimos años no estoy tan actualizado. Pero si veo que hay una relación entre el rock argentino y el fútbol que es bastante reciente en realidad, antes no era tan fuerte; había coqueteos pero todavía el fútbol estaba ligado al tango. Estuve muy ligado en los años cuarenta, cincuenta, sesenta, y luego a músicas más ‘populares’ pero de suburbia. El rock era más un fenómeno de clase media pero en los últimos diez años se volvió más popular. Hubo otra generación de jugadores de fútbol como Caniggia - que podría ser una estrella de rock - que cambió el prototipo hasta físico o de forma de conducirse jugador. Los aficionados empezaron a utilizar melodías del rock para el entrar a los equipos de fútbol...

 

Usted toca un instrumento?

 

No. Toco muy mal la guitarra, para mi en privado...Digamos que, mi modo de hacer música es escribir – tal vez... (sonrie) Si, de hecho me importa mucho la musicalidad de lo que escribo.

 

Entonces no sea solamente la literatura que tenga influencia en su escritura sino también la música, tal vez también otros artes etc.?

 

Sí, absolutamente. Yo siempre fue un gran lector, pero también me interesa mucho el cine y la música popular, la música en general, un poco menos el teatro, un poco más la pintura. El cine y la música me marcaron mucho. Los escritores que sólo hablan de literatura evocan un poco las familias reales que sólo se casan entre ellos... Por supuesto hay que leer y leo con pasión pero me parece peligroso restringirse solamente a la literatura. Sobre todo cuando los artes como el cine o la música popular dan todo el tiempo lecciones sobre de como ser menos solemnes o de estéticas un poco más audazes. Por supuesto son artes muy distintas cada una con sus reglas, pero me parece que se puede aprender la economía de recursos de las letras de las canciones populares, se puede aprender la inteligencia de la elipsis del cine, se puede aprender varias cosas - de hecho muchos autores lo hacen.

 

Ud. sigue siendo periodista?

 

Sí, sigo siendo periodista por dos razones: una porque me gusta y tengo la suerte de poder colaborar con medios culturales, es decir, no estar tan en el día mismo de la actualidad, cosa que nunca me ha gustado durante mi trabajo en el periódico. Estuve cinco años en un diario y me dí cuenta que no era esa mi vocación, que no tengo la sangre del periodista que está ‘al pie del cañón’ como se dice en la redacción. Hay gente que la tiene y es admirable, pero a mi me gusta más el periodismo más libre, más atemporal que se toca más para la cultura, la sociedad...

 

Cuando edité mi primer libro de cuentos y mi primera novela para mucha gente la sorpresa fue: no hay rock. Claro, es muy fácil de poner una etiqueta a alguien, es lógico. Yo – también un poco por una cuestión generacional – me especializé en eso, porque el rock en la dictadura fue un vehículo muy importante de presión. El rock en Argentina era masivo en la dictadura, sin ser una resistencia directa, porque no era tan explícita, trabajaba más con alegorías...

 

Y luego cuando empezé a hacer periodismo yo era bastante joven. Entré al diario y casi todos tenían diez años más que yo, entonces claro ¿que hace el joven? - o hace fútbol o hace rock. Entonces terminé especializarme más que quería en el tema del rock. Razón por la cual, cuando saqué mis primeros libros, esperaban encontrar rock. Pero la verdad es que no me interesaba eso. Me gusta la literatura que imagine que inventa, me parece mucho más interesante escribir justamente sobre lo que no conocía que sobre lo que conozco.

 

Hace cuatro años que está viviendo en Paris. Se alejan mucho la Argentina y los acontecimientos recientes?

 

Bueno, hasta ahora no se alejó mucho porque hace ‘sólo’ cuatro años que vivo en París. Sobre todo los primeros tres años viajé mucho, me fui tres meses, volví etc., entonces que el vínculo estaba muy fuerte y también muchos amigos mios viajaban entre Argentina y Europa. Este último año no viajé y además ocurrió lo que ocurrió en diciembre y siguiendo me siento tal vez como un espectador que se distrajo en una escena clave de una película. Tengo una necesidad de ir y voy a tratar de ir durante los próximos meses para entender lo que está ocurriendo. Porque, aun teniendo 35 años de vida en Buenos Aires, se hace muy difícil entender la dinámica de los acontecimientos. Creo que había una ruptura, un corte muy fuerte, un cambio de parámetros, pero es un antes y un después, eso ya se sabe, pero hace falta tener perspectivas, y asumo después de la perspectiva será la palabra ‘como’. Estuve viviendo en París, pero no me siento que me haya ido de Argentina, estoy en contacto, mi mujer es argentina, tengo amigos argentinos en Francia y así trato de vivir en las dos culturas.

 

Eduardo Berti

 

nació en Buenos Aires en 1964. Trabajó como periodista colaborando en medios como Pagina / 12, Clarín o Somos. Produjo y realizó los programas televisivos Rocanrol y La Cueva y es autor de Spinetta, Crónicas e Iluminaciones (1988) y Rockología (1990) dos libros sobre rock argentino. En los primeros años de los ’90 desarrolló una obra de ficción que subterráneamente circuló con gran aceptación en el medio literario de Buenos Aires y que culminó en la publicación de su primer libro Los pájaros (1994). Esa colección de cuentos le valió la Beca de la revista Cultura. El diario Pagina / 12 consideró Los pájaros entre lo mejor de la ficción argentina en 1994. Sus novelas Agua (1997) y La mujer de Wakefield (1999) fueron únicamente elogida en la crítica trasandina y española. Después de haber sido traducido al francés, la segunda novela ganó el Prix Fémina Etranger como mejor novela extranjera en 2001. Berti acaba de publicar La Vida Imposible (2002), otra selección de relatos. Vive en Paris desde hace cuatro años.