La lucha después del «no»

La comunidad colombiana que tomó posición frente alrechazo de los acuerdos de paz

La comunidad del municipio de Toribío, ubicado en el departamento de Cauca y habitado en particular por el grupo indígena nasa, libra desde hace tiempo una lucha de resistencia en contra del conflicto armado en el país. A lo largo de su historia, diferentes actores del conflicto han entrado y transgredido el territorio indígena, asesinando a miembros y líderes de la comunidad. En vista del tormentoso pasado, Toribío albergaba la esperanza de un cambio con los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), pero a raíz de que éste cayó en octubre, la situación se ha complicado. En entrevista con matices, miembros de la «Librería hojas al viento», un espacio lúdico-cultural en Toribío, hablaron sobre las consecuencias que acarrea para ellos el resultado del plebiscito y de cómo mirar al futuro.

Entrevista por Julia Brekl

¿Qué sentimientos les genera el rechazo de la población colombiana hacia los acuerdos de paz entre el Gobierno las FARC?

Realmente creímos que el «sí» iba a ganar. No por soberbia ni triunfalismo, sino porque creímos en la sensatez y el cansancio de muchos colombianos con el conflicto armado que hemos

vivido ya durante generaciones. Es por esto que al escuchar los resultados, lo primero que sentimos fue incredulidad. Luego, escuchamos las declaraciones de los «triunfadores» y tuvimos

ganas de llorar, de gritarles en la cara lo ignorantes que eran. Desde esa noche del 2 de octubre hasta ahora, hemos sentido frustración y mucha impotencia, porque sabemos que los promotores y financiadores del «no» lo único que les importa es legalizar y legitimar la propiedad de la tierra usurpada por siglos; principal renglón de la génesis del conflicto armado en Colombia.

 

Toribío ha sido uno de los municipios más afectados dentro del conflicto armado. Ustedes, aunque no pertenecen al pueblo nasa , ¿qué observaron que sucedió dentro de la comunidad al escuchar el resultado?

No creemos que en Toribío se haya votado por la paz; muchos de los que votamos por el «sí» sabíamos que no era la paz lo que estaba en juego, sino la dejación de las armas por parte de uno de los grupos armados existentes en el país. Y la comunidad nasa lo sabe mejor que muchos. Sabían que el postconflicto iba a ser igual de difícil. La guardia indígena ya se estaba preparando para afrontar las diferentes organizaciones criminales que podrían surgir luego de la desmovilización. Aún así, y a pesar de todo, votaron por el «sí», sabiendo que el trabajo a seguir sería arduo.

 

¿Cómo ven el futuro del pueblo colombiano con respeto a la decisión tomada? ¿Creen que la violencia pueda volver?

La violencia nunca se ha ido. Ésta siempre ha sido parte fundamental del progreso empresarial e inversión extranjera en el país. Lo que iba a pasar con la refrendación de los acuerdos era que se establecerían las condiciones necesarias para la dejación de armas y la entrada a la vida política de la guerrilla de las FARC-EP. Con el «triunfo» del «no» se develó el gran poder que aún conserva la Iglesia en un Estado que dice ser laico: ganó el fanatismo y el abstencionismo; Colombia vio la firma de estos acuerdos como el fin a todos los conflictos que vive y que ha vivido y no entendió que se trataba de la firma de un acuerdo entre dos bandos con más de 60 años de enfrentamientos. A la guerrilla, por su parte, se le pasó cuenta de cobro por su laxitud con respecto a la ley ZIDRES, norma que legitima el acaparamiento de la tierra por parte de empresas nacionales y extranjeras, legalizando el despojo a sangre y fuego que por décadas éstas han venido patrocinando.

 

¿Con el resultado del plebiscito cambia la actitud que tienen hacia el proceso de paz?

No. Sabemos y sentimos que debemos seguir trabajando. Colombia se caracteriza por ser un país demasiado coyuntural; nuestra indignación dura muy poco. No podemos dejar que esto suceda con los acuerdos. Éstos deben refrendarse y la gente debe saber lo que ahí está escrito, ya que hay muchos que aún no saben lo que se acordó. Y precisamente fue por esta desinformación que las mentiras acerca del «castrochavismo» o de la «ideología de género» calaron tanto en la población.

 

¿En qué consiste el trabajo que desempeña la librería dentro de la comunidad de Toribío?

Lo que hemos venido haciendo desde la «Librería hojas al viento» ha permitido que la comunidad –niños, jóvenes y adultos– se acerque a los acuerdos a través de un lenguaje gráfico. Por medio de caricaturas y escritos cortos proponemos un espacio para que la gente tome una pausa en su jornada y cuestione sobre lo que está pasando. Lo hicimos promoviendo el «sí», y lo seguimos haciendo ahora, presentando las propuestas de modificación a los acuerdos que han impulsado los promotores del «no» y mostrando en qué va el proceso y qué podemos hacer como comunidad. Entre tantas posibilidades, primero que todo está la labor de informarnos. Algo que venimos y seguiremos haciendo. Ganas no faltan, pero los medios para hacerlo son

escasos en zonas tan alejadas como ésta.

 

¿Cuáles podrían ser las causas del «no»?

Hay una gran mayoría desinformada, lo que tanto el Gobierno como los promotores del «no» utilizaron. El primero, porque quiso apoderarse de la paz, y sobre esta construyó toda su campaña publicitaria, además engañosa. Y los segundos, por su parte, tomaron esta desinformación y la reorientaron hacia el miedo, ya existente, de los colombianos: miedo al comunismo, al homosexualismo… Los amigos de la guerra retomaron esta amenaza valiéndose del «mal ejemplo» de Venezuela e hicieron creer a una gran mayoría de votantes que ese sería el camino que nos esperaba una vez firmados los acuerdos. En cuanto al miedo al homosexualismo y a la destrucción de la familia tradicional, este estuvo dirigido por las numerosas sectas religiosas que en Colombia constituyen una fuerza electoral a considerar, quienes han posicionado a presidentes y hasta destituido a ministros que no se adhieran a su línea dogmática.

Estos dos factores, sumados a la desconfi anza de muchas personas hacia las FARC-EP, fueron determinantes al momento de votar.

Ahora bien, es importante señalar que de 34 millones de votantes habilitados solo votaron poco menos de 15 millones, y es que Colombia, como ya lo mencionamos anteriormente, no tiene una cultura democrática muy fuerte, ni siquiera política.

 

¿Qué se puede hacer para seguir con el proceso de paz?

Continuar informándonos, leyendo con una actitud crítica. Es decir, educarnos. Algo que sucedió luego del plebiscito es que el apoyo al proceso de negociación ya no esta dirigido solamente por el Gobierno. Ahora son los estudiantes, las organizaciones sociales y los colectivos quienes se han tomado las calles. Ellos convocan y debaten desde las urbes… aún se nos sigue quedando por fuera el campo. Es necesario sentarse con el vecino y escuchar sus puntos de vista, permitir el acceso a diferentes tipos de información y lenguajes y así abrir espacios de discusión. Desde la librería creemos que esto es vital: la apertura de esferas que permitan a la gente construir sus propias herramientas y cuestionarse lo que medios presentan como verdad.

 

Somos un país ampliamente diverso, y casi que hecho a la fuerza. Debemos aprender a convivir: tanto la urbe como el campo. Haber hecho invisible al campo hizo que nos olvidáramos de las víctimas directas del confl icto armado y nos enfrascáramos en discusiones sobre si Timochenko, líder de las FARC, sería presidente o no.

 

Las FARC han atacado varias veces a Toribío y a la región. A pesar de esto, ¿existe aún espacio para el perdón?

Hay familias cuyos hijos fueron reclutados por la guerrilla en las escuelas y colegios. Muchos ni sabían el porqué o para qué. Son familias que llevan años sin ver a sus hijos, nietos y hermanos. Con esto queremos decir que muchos de los exguerrilleros que se desmovilizarían, alguna vez formaron parte de la comunidad nasa. Si la comunidad realmente los acepta y los perdona, volverían. Las autoridades tradicionales tienen claro que deben existir espacios para la reconciliación tanto por parte de la comunidad como por parte de los reinsertados.

 

Julia Brekl es redactora de matices.

Sobre la “Librería hojas al viento”:

La librería es principalmente en un centro de documentación cuyas temáticas abarcan desde el conflicto armado, asuntos indígenas, género, agroecología, educación, hasta derechos humanos. El equipo está principalmente conformado por Jorge, agroecólogo, y Lina, psicóloga. Aunque no forman

parte de la comunidad nasa, trabajan y viven en el territorio desde hace años. Recientemente Yineth, estudiante de etnoeducación, y miembro de la comunidad, forma hoy también parte de la “Librería hojas al viento”.

Sobre el pueblo Nasa:

Con más que 186.000 miembros, los nasa son uno de los pueblos indígenas más grandes de Colombia. Habitan dentro varias reservas en el Cauca y otros departamentos. El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) representa su unidad organizacional más importante: el Consejo lucha por su autonomía cultural y por la defensa y la recuperación de sus tierras.

*Nota de la redacción:

Las preguntas fueron contestadas en grupo. matices no

menciona apellidos por razones de seguridad y acatando el deseo de los entrevistados.