Recuerdo obstinado

El documental La Batalla de Chile de Patricio Guzmán

por Richard Garrote

Después de un cuarto de siglo se realizó el 4 de septiembre de este año, en el Estadio Nacional de la capital chilena, una conmemoración al derrocado presidente socialista Salvador Allende, llamada "25 años con Allende". Además hubo algo especial: este 11 de septiembre fue el último en calidad de feriado que había impuesto la dictadura en evocación a la supuesta "liberación del comunismo" o "gesta histórica del ejército". Desde el próximo año será considerado como un día para la reconciliación nacional, aunque la justicia y la verdad continuarán pendientes.

 

Después de todas estas décadas de olvido, todavía es necesario recordar los hechos del golpe militar en 1973. Hay und documental -todavía no exhibido en Chile- que muestra en vivas imágenes lo ocurrido aquel día de septiembre, un documental que podría recuperar en parte la memoria colectiva chilena, en un presente de amnesia histórica.

 

11 de septiembre de 1973. Los aviones H.Huncker cruzan el plateado y mañanero cielo de Santiago de Chile. Su objetivo: bombardear el Palacio de La Moneda, lugar desde el cual los presidentes chilenos han gobernado tradicionalmente. Se escuchan las ráfagas. Hay impactos de misiles sobre el techo de la casa de gobierno; una gran explosión se deja sentir.

 

El presidente socialista Salvador Allende se encuentra aún en el interior del Palacio de La Moneda, resistiendo el bombardeo. Otros certeros impactos dan en el blanco: fuego, humo, la bandera tricolor chilena comienza a quemarse y en pocos minutos se pierde entre las llamas.

 

Desaparece, se olvida. Así son las primeras imágenes con las cuales comienza el documental "La Batalla de Chile", del director chileno Patricio Guzmán. Uno de los documentales que ha sido exhibido en diferentes partes del mundo, ha ganado premios e incluso ha sido considerado como documento histórico. El documental "La Batalla de Chile", de casi tres horas de duración, trata sobre los últimos meses del gobierno socialista-revolucionario de la Unidad Popular, su presidente Salvador Allende y el golpe militar que lo derrocó. Pero sobre todo, capta la historia de la lucha de un pueblo sin armas que fue derrotado por el boicot, la desestabilización económica en manos de los Estados Unidos, los grupos facistas y la traición de los altos mandos de las fuerzas armadas.

 

Desde que fue filmado, el documental ha recorrido un zigzageante camino: los metros de película fueron sacados de Chile a través de la embajada de Suecia y de allí, en el exilio; el montaje del documental se ralizó en Cuba. Después vino un largo recorrido de exhibiciones por varias ciudades importantes de Europa, Asia, y en las principales capitales africanas, con una gran recepción del público.

 

25 años han pasado de aquel hecho histórico y aún en Chile no se ha exhibido este documental en la televisión chilena y -según Guzmán- tampoco se mostrará, «no hay interés». Y es que el documental, además de traer polémica, produce un gran conflicto entre los chilenos: los induce a recordar.

 

Se dice que el chileno tiene una mala memoria, que Chile sufre una amnesia consciente o inconsciente, intencionada o casual. El hecho es que el chileno no quiere el pasado, más aún no quiere o no puede recordar en especial el período de la Unidad Popular y de Salvador Allende, el trazo más oculto y reprimido en tiempos de la dictadura.

 

Después vino el salto a la democracia en 1990 -negociada con la dictadura- donde se mantenía el modelo económico de los "chicago boys", y que según muchos era el pilar fundamental de éxito, estabilidad y crecimiento de la nueva democracia. Se generó una nueva mentalidad ganadora, pragmática, existista y futurista donde el pasado no tenía cabida o utilidad en el proceso modernizador. El progreso necesitaba de un tiempo lineal para así dirigirse hacia adelante, hacia el futuro y evitar las zancadillas y los trastornos del pasado.

 

Parecía que el país nació en 1990 junto al slogan "Chile, la alegría ya viene". El futuro se veía multicolor y alegre. Los conflictos, los vaivenes, el caos y las muertes que guardaba el pasado, se transformaban en una carga pesada, un lastre, algo confuso y oscuro, y que era mejor olvidar. El pasado se olvidaba y la memoria se guardaba en viejos textos de historia. Por segunda vez y ahora por una nueva mentalidad, por no buscar venganzas, o por, simplemente, "no trastornar la reconciliación en democracia", todo lo relacionado con la Unidad Popular, Salvador Allende y el golpe militar, se olvidó.

 

Aquí la historia se amputó de la memoria colectiva chilena. Una hebra que componía el tejido histórico patrio ha sido cortada, por lo que la historia como un todo viviente en el chileno, no tiene presencia. Hay un vacío, un abismo histórico. Según Marco Antonio de la Parra, dramaturgo y psiquiatra, en su obra "La Mala Memoria", la memoria colectiva, simplemente pasa a ser un "cadáver histórico".

 

La Memoria Obstinada

 

Y es aquí donde irrumpe Patricio Guzmán con su documental "La Batalla de Chile" Un film que permite - a través del movimiento en blanco y negro, de secuencias llenas de la eferverancia popular, de fotografías de la realidad dolorosa y convulsionada de estos tiempos - rescatar y reconstituir la memoria colectiva a través de las imágenes en movimiento del pasado.

 

El ojo comienza a captar la luz, las formas, los movimientos y también la oscuridad desde el momento de nacer. Así, como si estuviéramos naciendo nuevamente al mundo de nuestra propia memoria colectiva, es lo que nos permite la contemplación de las imágenes del pasado a través del documental. Recorrer los pasillos históricos en imágenes, en movimiento, pueden conducir al centro de la memoria colectiva de un país. Hace enfrentar el individuo con las heridas históricas y colectivas del pasado las que pueden ser sanadas sólo a través de esta "terapia psicológica" de la contemplación del pasado. El documental de Patricio Guzmán, cumple una tarea mesiánica para el reencuentro con el pasado perfecto o imperfecto chileno. El documental se transforma aquí como un medio de comunicación desde el pasado hacia el presente.

 

El rol que adquiere el documental es volver a colocarnos en el pasado y en la realidad, rescatando las maravillas y los sinabores de nuestra historia, es tomar nuevamente el pulso que trae nuestro devenir, el ritmo simplemente de la vida.

 

Asimismo el documental presenta un formato cronológico que lo hace más comprensible y le otorga una función educativa para las nuevas generaciones chilenas y para quienes que se interesan por primera vez, en conocer una época de Chile.

 

Este rol formativo del documental permite una conexión más directa con el mundo real, con sus problemas y sus posibles soluciones, llevando al desarrollo de una consciencia crítica que está ausente en la superficialidad actual.

 

Sin embargo, Patricio Guzmán no sólo quedó tranquilo con aquel film. En el inicio de la democracia de los 90, el director realizó otro documental en que aborda nuevamente aquel hecho histórico y el tema de la memoria: se internó en los pasillos del Palacio de La Moneda; entrevistó a los más cercanos colaboradores y amigos de Allende y a quienes perdieron algún ser querido; captó las reacciones de las nuevas generaciones frente al primer documental.

 

Este trabajo dio como resultado el documental "La Memoria Obstinada", en el que se intenta rescatar la historia de la amnesia, en donde se intenta recordar en plenitud. Patricio Guzmán ha señalado que, sólo podremos proyectarnos en el futuro en forma segura, si miramos nuestro pasado y lo integramos al presente; si recordamos nuestra historia.

 

Recordar viene del latín "re-cordis", que significa "volver a pasar por el corazón".