Los importantes labores de Marcela Turati

Marcela Turati, nacida en Ciudad de México en 1974, es una periodista mexicana reconocida a nivel nacional como internacional. Se ha dedicado sobre todo a la investigación de violaciones a los derechos humanos y a las múltiples víctimas de la violencia de la guerra contra el narcotráfico en México. Ha formado parte del grupo de periodistas fundadoras de la red Periodistas de a Pie desde donde impulsa el fortalecimiento de medios independientes regionales y la colaboración, acompañamiento, protección y capacitación de periodistas a lo largo del país. Hace dos años Marcela Turati ganó entre otros el premio Gabriel García Márquez de Periodismo.


¿Cómo estás ahora durante la pandemia del Covid-19?

Cómo llevo poco tiempo, llevo días bien no más que si hace un calor tremendo. A las siete y media de la mañana ya no puedes caminar porque ya sientes mucho el sol hasta las seis y media, siete de la noche y entonces pues son muchas horas recluidas. A veces soportando el calor desde la casa pero bien contenta. Diferente, muy diferente de la Ciudad de México, diferente a cómo se está viviendo la epidemia. Allá hay mucho miedo y aquí en Chihuahua la gente está como muy relajada, pero igual sales a la calle y casi no te encuentras a gente.

 

Empezamos cronológicamente por tu biografía, naciste en la Ciudad de México. ¿De dónde surgió el interés por el periodismo y la decisión de estudiar en la Universidad Iberoamericana?

Pues el periodismo ya lo descubrí cuando estaba estudiando comunicación en la Ibero durante un viaje a la Sierra Tara- humara. Como que yo no sabía bien qué quería hacer en la vida entré a la Ibero básicamente porque era una Universidad Jesuita, a mí siempre me habían educado en las escuelas religiosas. En la Ciudad de México cuando estudié el subsistema de comunicación de periodismo que teníamos que llevar radio periodismo, tele y tal me encantó el periodismo. Me gustaba mucho también la radio pero resultó que yo era buena para el periodismo. Empezamos con un periódico local que traía dos notas muy buenas que a veces pasaban a los periódicos tradicionales porque hacíamos investigaciones. Cuando me gradué, uno de mis maestros me invitó a trabajar al periodico Reforma y desde entonces el periodismo está en mi corazón y sigue estándolo.

 

¿Que te es importante y en qué situación te encuentras actualmente?

Los proyectos en los cuales estoy trabajando al momento son colaborativos y multimedial, no son libros. Me emociona mu- cho lo que estamos creando. Por ejemplo, en 2018 fundamos una página web dedicada solo a cubrir desapariciones. Una red de periodistas en todo el país que se dedican a este tema, que van a fosas. Esto se llama “¿A dónde van los desaparecidos?”. Durante ese proyecto me he dado cuenta que emocionalmente tuve un quiebre, un momento en el que tuve que parar. Han sido temas muy fuertes y super duros. Descubrí el impacto en mí y en los otros. Yo tuve de una manera recursos para salir, me invitaron a una universidad y me becaron para que me vaya tres meses a los Estados Unidos. Pero hay muchos periodistas que no pueden salir tan fácil. Por lo tanto, el trabajo creando redes de periodistas siempre fue muy importante para mí . Mi corazón está muy enfocado en cuidar a los periodistas, a cuidarnos y que nos cuiden. Mis ambiciones son que nosot- ros como periodistas podamos tener tratamientos y una paga mejor, que tengamos más formación, podamos seguir nuestro trabajo y hacer investigaciones importantes. A parte tengo dos libros detenidos, que me quede a la mitad y ya no pude seguir pero me gustaría terminar algún día. Están detenidos emoci-

onalmente, no he podido retomar , no lo he podido aterrizar, así que siguen detenidos.

 

 

Protesta sobre los desaparecido en México
Protesta sobre los desaparecido en México

¿Se puede saber más acerca de esos dos libros o es secreto?

Uno es de masacres de migrantes. Es como algo que me ha obsesionado ocho años de cubrir. He investigado muchísimo. Me quede trabada de no poder contar el horror a partir de mis reportajes. Sentía que debía escribir un libro pero el dolor y la impunidad... es un viaje a través de los mecanismos de la impunidad en México, para entender que hay detrás de una masacre. Todo el tiempo me vibra. Pues estoy todo el tiempo pensando en el libro y a en quien me falta entrevistar. Ya lleva muchos años, muchas entrevistas en varios países y experien- cias de todo, de miedos, de sustos de emoción, de pensar que ya no puedo.

El otro libro es la biografía de una mujer indígena que admiro mucho. Estuve trabajando muchos meses con ella y me estuvo contando su vida. Ella es de la montaña de Guer- rero. Trabajé mucho con ella, somos comadres, ya le bautice a su hijo. Pero se me quedó trabado ese libro también y he querido retomarlo. Es uno de los temas que retome durante esta pandemia. Pero estoy muy desconcentrada.

¿Qué nos podemos imaginar con todo este problema de los asesinatos de periodistas como migrantes, centro- americanos como mexicanos, en México? ¿Cuáles son tus verdades que has encontrado y por qué sucede eso en México?

No hay una cifra y no sabemos de cuántos estamos hablando. Pues no sabemos cuántos migrantes desaparecen o son ase- sinados en México, es muy difícil rastrearlos. La familia sabe que se perdió, porque la persona dejó de comunicarse. Eso puede pasar entre Honduras o Guatemala o entre México o los Estados Unidos. Ellos no saben en qué tramo o cuando, tampoco se sabe que está pasando. ¿Cómo explicar eso? Pues hay varias explicaciones. Los grupos criminales, que no exis- ten sin la cooperación y la relación con el estado en México, porque siempre hay autoridades metidas que les permiten operar. Siempre hay participación. A veces los dejan hacer pero generalmente alguien está recibiendo ganancias de que esté operando un grupo criminal. Ganancias de todo tipo: econó- micas, políticas o hasta que llevan a la gente a votar. Seguridad y control de territorio son otras. Estos grupos tienen una lógica de control de territorio y personas en la cual el mercado donde pueden vender, traficar y distribuir sus productos - drogas pero también humanos - simboliza lo más importante De ahí sacan dinero o diversifican el negocio. Además de producir y vender drogas trafican con armas, migrantes, trata de blancas, secuestran, extorsionan.

Su guerra está muy descompuesta. Por eso reclutan for- zosamente a gente, a veces matan preventivamente porque te ven a ti y prácticamente dicen “seguro es centroamericano y lo recluyo el otro grupo delictivo, al que está al km más adelante.” Esto pasó en San Fernando en Tamaulipas. Tenían la alerta de que estaban reclutando a Michoacanos y Centroamericanos y pararon durante semanas, yo diría meses, autobuses y bajaron a todos los hombres que parecían sospechosos, en edad para reclutar y los mataron. A algunos los reclutan en su guerra y a otros los matan. Hay masacres. A veces es para mandarle mensajes a los contrarios y con los torsos y cuerpos incom- pletos mostrarles que este ya no era su territorio. Esa lógica ve a personas ni siquiera como personas si no como desecho, como mercancía. Como un medio para mandar un mensaje. Y ahí va el cuerpo de alguien. ¿De quién? De un migrante. Por eso no sabemos cuál es la cifra, pero sabemos de la crueldad de algunos que se escapan y nos cuentan lo que les pasó. Son muy pocos los que logran escaparse.

Todo el mundo se acostumbró a que maten a migrantes o que maten a cualquier persona simplemente por matar o porque trae placas de otro estado como Chihuahua, Sinaloa o Michoacán y piensan que es de ese cartel. Cosas muy ab- surdas que se permiten. Ahí es importante ver, que eso no se pudiera hacer, sin la complicidad, sin que todo el mundo esté involucrado y tenga su ganancia. Porque si todos tendríamos el deseo de cuidar a las personas y a la vida humana, pues al primer secuestro de autobuses hubieras hecho un operativo, hubieran alarmado a la gente que aquella carretera es peli- grosa, pero vemos que en México durante meses y años, hay lugares donde no deberías ir pero nunca se avisa a la gente. No se manda una alerta o se hace algo. Dejan que se gobierne solo, hasta que empiezas a descubrir que desaparecieron 43.

 

Los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En Iguala siempre desa- parecía gente. Había 250 personas desaparecidas. Antes por los mismos policías, que trabajan para los narcos. Que son lo mismo: Narcos vestidos de policías. Ya no puedes decir cuál es cual. De pronto la gente se siente, que es algo nuevo. Pero antes mataron a 62 migrantes, se encontraban fosas con 200 migrantes y antes, no sé, si vas viendo, el pasado.

La política del estado es la impunidad. Todo está hecho. Hay un mecanismo para que nunca se sepa quien lo hizo. Siempre están detrás las autoridades. Para mí ha sido un despertar. Solo debes investigar y siempre encuentras autoridades que lo solaparon, que lo permitieron, que lo ordenaron y es como darte cuenta. Perder la inocencia y querer contarlo: ¿Cómo lo cuento? Ese es como todo el reto y como lo pruebo, pues soy periodista y como lo puedo decir sin que me maten. Sin que te tengas que salir del lugar en donde vives, por eso es tan importante trabajar con periodistas locales. Para ver como lo publicas, con qué alianzas o bajo qué nombre y título o incluso en qué año. Es muy difícil en México.

 

¿Cómo puedes descifrar esos mecanismos que menci- onaste y sobre todo escribir acerca de esto sin llegar a autocensurarte? Llegar a un equilibrio donde tienes cierta seguridad y donde públicas esos horrores para tener otras versiones a lo oficial.

Es difícil. Hay mucha crítica a los periodistas. Como que teníamos que hacer mucho más para cubrir esto. Si, hay una prensa frívola. Este país le debe mucho a los periodistas. Sobre todo al periodismo investigativo, que se hizo desde las regiones, desde lo local y por el reportero mal pagado, que día a día cubre un tema. Mucho se critica, que los periodistas solo cuentan los muertos, como un ‘ejecutometro’. Yo estoy agradecida a esos periodistas que cuentan a los muertos en Ciudad Juárez. Hay lugares donde ya ni eso se puede hacer y dónde eso te cuesta la vida. Ha habido periodistas que han sido desaparecidos o asesinados por decir que han matado a un ta- xista. Hay un reportero en Veracruz, Sergio Landa, que publico una nota de un asesinato que estaba prohibido comentar y el no supo. Fueron por él y está desaparecido. Hay una reportera en Michoacán que publicó una nota de una casa de un alcalde donde se drogan y la desaparecieron. Creo que en México, los periodistas que hacen su trabajo, todos los días les ha tocado ir a la escena del crimen, les debemos mucho. Les debemos ese registro diario. Hay periodistas que hacen todavía un análisis de esos datos. Que hacen investigación y se empiezan a dar cuenta de las conexiones. No siempre se pueden publicar pero de pronto se les pide mucho porque hay todo un aparato que difunde mentiras oficiales, que hasta siembra evidencias falsas y difunde información errónea.

 

Desaparecido en México
Desaparecido en México

Más acerca de la periodista Marcela Turati:

 

Ha impartido talleres, cursos, seminarios y charlas enseñando la importancia del periodismo social y de investigación como un elemento indispensable para la libertad de expresión. Actualmente encabeza en México el Programa Adelante, del International Women’s Media Foundation (IWMF), de capacitación a mujeres periodistas en investigación y seguridad. Es autora del libro “Fuego Cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco” (2008) y editora y coordinadora del libro colectivo “Entre las Ceniza: Historias de vida en tiempos de Muerte”. Sus textos forman parte de libros como: “La Guerra por Juárez”, “Los Malos”, “Los Buscadores”, “72 Migrantes”, “La Ley del Cuerno. Siete formas de morir con el narco mexicano”, “La Ira de México. Siete voces contra la impunidad”, “Lo mejor de Gatopardo”, entre otras. Ha coordinado proyectos de investigación como “Más de 72”, un sitio web sobre masacres de migrantes. Ha encabezado y participado en diversos proyectos colaborativos sobre la memoria de las víctimas de la violencia y sobre periodistas, como “Periodistas por Ayotzinapa”.

Actualmente es coordinadora de proyectos en Quinto Elemento Lab, donde acompaña como editora diver- sas investigaciones de periodistas que viven en zonas de silencio. También investiga temas sobre impunidad y violaciones a los derechos humanos.

Es cofundadora y coordinadora el sitio web de inves- tigación A dónde van los desaparecidos e impulsora de una red de periodistas que cubren desapariciones. Es coordinadora del ciclo de talleres “Periodismo y Derechos Humanos”, en Casa Refugio Citlaltépetl en la Ciudad de México. Escribe principalmente en la revista Proceso. y en Nieman Reports. Ha sido Visiting Professor en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido oradora principal en eventos internacionales como la convención anual del Investigative Reporters and Editors (2013) en Estados Unidos, y en diversos foros como el día de la Libertad de Prensa en la ONU en Nueva York.

Forma parte de la red del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), la red de periodismo Connectas y del grupo Cronistas de Indias.

Alejandro Boucabeille es historiador, periodista y politologo. Es parte del equipo de Matices.